Hoy, mientras el mundo habla de Messi y Messi habla de Maradona, yo elijo hablar de Terrabusi, el campeón de las delicias.
Mis vagas memorias del mundial ‘86 me cuentan que, en casa de “la nona”, la venganza argentina formato potrero se transmitía en un televisor Noblex ByN 14”, de roja carcasa plástica, elegantemente posado en lo alto de aquella heladera Siam. A mis 5 años no entendía de guerras, ni de mundiales, ni de fútbol, ni nada… pero, aún hoy, recuerdo aquella atmósfera de alegría, el inmenso sol de la mitad de la cancha y el divertido plato de galletitas Anillitos Terrabusi que aquella tarde disfruté.
[… quiero terminar de leer esta nostalgia modelo 86 ]
Entre familia, Titas, primos, Rhodesias, escuela, galletitas Variedad, amigos y alfajores, me fui haciendo hombre, argentino y futbolero. Como buen hincha del fútbol tengo una necesidad de verdad: ratificar que disfruté en vivo y en directo aquel partido en el que D10S decidió convertirle al rey de los tramposos el gol más tramposo de los mundiales y lo magnificó, minutos después, con el gol más extraterrestre de todos los tiempos. Es esa necesidad de verdad, la que me lleva una y otra vez a la casa de “la nona”, me sienta, repasa la Siam, me concentra en el Noblex, sonríe con el hermoso sol y, cuando aguarda por cualquier icono futbolístico, se cae de bruces al plato de las dulces galletas. Nunca jamás los himnos, el pitazo inicial, un gesto desaforado de Narigón Bilardo o siquiera un insulso lateral inglés…
Ayer, mientras repasaba el golazo de Messi, tan similar en la concepción al del Diego, nuevamente me agarro esa nostalgia modelo ‘86 e inicié mi cadena de recuerdos: la casa de “la nona”, silla, heladera, televisor, sol radiante y… cuack!, una vez más, mi esperanza se desvaneció en dulces migas. Acostumbrado ya al fracaso −y para amedentrar la amargura− fui al kiosco y me regalé una Tita, un alfajor de envoltorio dorado y una Rhodesia, que vendrían a ser Maradona, Batistuta y el Cholo Simeone de Terrabusi, el campeón de las delicias. Ü
