11/6/07

Niña monocromo


Un retrato impávido, seco, emocionante:
la niña monocromo descansa suave sentada en su luna,
de piernas cruzadas y espaldas a un sol,
extrañando las aves, compañía planeante de su soledad.

Días cíclicos se interrumpen,
un niño brota de un solo trazo.
Una mirada profunda la corteja,
sensación primaria que no quiere abandonar.

En el vaivén de muecas a escondidas sus pómulos se imponen,
muerta la hidalguía renace su sonrisa,
a lunares y de siete colores,
gesto enamorado que el niño aún no imaginó.

Ü